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Comida típica de Islandia: Los 14 platos que tienes que probar
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¿Estás pensando en irte de viaje culinario? Pues quizá deberías considerar Islandia. Su escena gastronómica está creciendo un montón: hay de todo, desde chefs famosos hasta sitios pequeños donde te sirven lo que cultivan ellos mismos. Y, ¿qué es lo que une a todos estos lugares? La comida tradicional islandesa. Algunos siguen con las recetas de siempre, mientras que otros experimentan con esos sabores de toda la vida y les dan su propio toque.
Sea lo que sea, lo que más destaca es lo frescos y locales que son sus ingredientes. En esta guía, vamos a enseñarte algunos de los platos tradicionales que llevan años formando parte de la cultura islandesa. Seguro que cuando termines de leer, tendrás hambre... ¡y puede que hasta te entren ganas de reservar un vuelo!
Historia de la comida en Islandia
Antes de adentrarnos en la comida más rica, rara y, a veces, un poco loca de Islandia, conviene saber un poco de historia. La gastronomía islandesa viene de los países escandinavos cercanos. Cuando los primeros colonos llegaron en el siglo IX, trajeron consigo sus tradiciones nórdicas. En sus inicios, los islandeses sobrevivían cultivando lo justito para alimentar a sus familias, casi sin nada extra para vender. Luego llegó la Edad de Hielo y todo se complicó más. No fue hasta el siglo XIX cuando la agricultura volvió a despegar.
En esa misma época, la influencia danesa empezó a notarse con fuerza en Islandia, y todavía se aprecia en algunos platos. Ya en el siglo XX, la pesca se convirtió en la base de la economía y, con ello, el pescado pasó a ser el alimento principal del país. Hoy, los granjeros islandeses crían ganado sano, sin hormonas, y cultivan verduras frescas, mientras los pescadores siguen trayendo del mar un pescado de primera calidad. Con todo este contexto, ahora sí: ¡vamos a ver los platos tradicionales —y a veces un tanto peculiares— que siguen triunfando en Islandia!
1. Pescado y marisco
La cocina de pesacado y marisco en Islandia es increíblemente fresca, sobre todo gracias a las ricas aguas que rodean la isla. Desde que llegaron los primeros colonos, la pesca ha sido esencial para su forma de vida, ya que dependían del mar, los lagos y los ríos para alimentarse. Hoy en día, el bacalao del Atlántico sigue siendo la gran estrella y, desde el siglo XIX, ha jugado un papel clave en la economía del país. Suele prepararse a la plancha con limón o servirse en guisos contundentes que encontrarás en cualquier menú tradicional.
Entre los otros platos favoritos de los locales está el eglefino, muy apreciado por su textura suave y lo fácil que es cocinarlo de mil maneras. A algunos chefs les encanta darle un giro exótico con curry y piña. La langosta islandesa (o humar) se reserva para ocasiones especiales y se suele servir con mantequilla, limón y un toque de pan rallado. También destaca el plokkfiskur, un guiso de bacalao o eglefino con patatas, cebolla y especias que muestra la tradición islandesa de no desperdiciar nada y de dar valor a los recursos locales.
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2. Pylsa
Las perritos calients islandeses, o pylsa, son una comida imprescindible si vas de visita. A diferencia de las salchichas procesadas que se ven en otros sitios, las pylsur de Islandia se hacen principalmente con cordero alimentado en prados, libre de hormonas, mezclado con un poco de cerdo y ternera. Esto les da un sabor muy particular, difícil de encontrar en otro lugar. El cordero proviene de ovejas que pastan a sus anchas por el campo, lo que garantiza una carne fresca y de calidad que distingue a la pylsa de cualquier otra.
La clave es también lo que se le echa por encima. La forma más típica de servir la pylsa lleva cebolla cruda, cebolla frita crujiente, kétchup, mostaza marrón dulce (pylsusinnep) y una salsa remoulade a base de mayonesa, mostaza, alcaparras y hierbas. Todo en un pan al vapor, aunque en algunos sitios te lo pueden tostar si lo pides. Para disfrutarla como un verdadero local, pídela “ein með öllu” – que significa “una con todo”. El puesto más famoso está en pleno centro de Reikiavik y se llama Bæjarins Beztu Pylsur, donde sirven estas salchichas desde 1937. Si te vas de road trip, las gasolineras N1 son otro gran sitio para probarlas.
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3. Svið
El svið es uno de los platos tradicionales más peculiares de Islandia: se trata de la cabeza de una oveja hervida, partida a la mitad y sin sesos, que suele comerse con un puré de nabos o patatas. Aunque suene raro, tiene su explicación: antes no se tiraba nada y había que aprovechar cada parte del animal. Así que el svið se volvió un plato clave en el þorramatur, un bufé de platos típicos del invierno que todavía puedes encontrar en algunos festivales.
Si te atreves a probarlo, verás que el svið tiene texturas y sabores de lo más curiosos. La mejilla es lo más sencillo, porque sabe a cordero normal. La lengua es un poco más firme y, si te sientes con valor, el ojo ofrece una sensación única al morderlo. En los festivales, el svið suele acompañarse de otras comidas tradicionales como morcilla, tiburón fermentado o incluso testículos de carnero. Puede que no sea un bufé al uso, pero es una forma divertida de conocer el lado más vikingo de la gastronomía islandesa.
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4. Hákarl
El hákarl es uno de los platos más famosos –y a veces temidos– de Islandia. Está hecho de tiburón fermentado (normalmente tiburón de Groenlandia o tiburón dormilón) que pasa por un largo proceso de varios meses: primero se entierra y luego se cuelga para que se seque durante cuatro o cinco meses. Eso elimina las toxinas que, en crudo, harían la carne peligrosa de comer. El resultado es un planto con un olor a amoníaco muy intenso, no apto para quienes se impresionen con facilidad. De hecho, a veces se lo conoce como “tiburón podrido”, pero si se prepara bien, es seguro para el consumo. Eso sí, es difícil que te guste a la primera.
El sabor depende de la parte del tiburón que pruebes. La carne del cuerpo es más blanda y puede recordar a un queso suave, mientras que la parte de la barriga es más dura y con un sabor más fuerte. Hay gente que dice que al principio sabe un poco a pescado suave y luego se vuelve parecido a un queso azul con un puntito dulce, o a frutos secos. Otros lo describen con un regusto a orina… Sea como sea, el hákarl se considera un manjar en Islandia y suele aparecer en celebraciones y fiestas tradicionales.
Si te pica la curiosidad, el Museo del Tiburón en Bjarnarhöfn, en la península de Snæfellsnes, es el lugar perfecto para aprender sobre su preparación y probarlo tú mismo.

5. Kleina
La kleina es un alimento islandés de toda la vida: una rosquilla trenzada que data del siglo XIV. Como antes no existían los hornos, se freía en sartenes durante festivos y ocasiones especiales. En otros países escandinavos, como Dinamarca o Noruega, también la hacen, pero en Islandia tiende a ser más grande y menos dulce. Se fríe hasta que queda bastante dorada y ahora es que se come tanto para celebrar ocasiones especiales como en el día a día si tienes un capricho.
Esta receta se ha transmitido de abuelos a nietos y se suele conocer como “la receta de la abuela”. Los ingredientes son bastante sencillos: yogur o leche, cardamomo, nuez moscada y levadura en polvo, sin añadir mantequilla ni azúcar extra. Puedes encontrarlas recién hechas en panaderías de todo el país, y una de las mejores opciones está en Bernhoftsbakari, en Reikiavik. Son ligeras, crujientes y adictivas, así que no te sorprendas si acabas repitiendo.
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6. Skyr
El skyr es la versión islandesa del yogur, aunque más espeso y cremoso, y está repleto de proteínas. Es posible que lo hayas visto en tiendas de Europa o Estados Unidos, pero en Islandia forma parte de la vida diaria desde hace más de mil años. Su secreto está en que se necesitan casi cuatro tazas de leche para producir solo una taza de skyr, lo que le da esa textura densa y suave, mucho más consistente que la de un yogur normal. Los islandeses llevan generaciones haciéndolo con cultivos tradicionales que se han mantenido a lo largo del tiempo.
Para elaborarlo, se calienta la leche a la temperatura adecuada y luego se añaden esos cultivos que logran el sabor y la consistencia tan típica del skyr. Es alto en proteínas y suele tener menos azúcar que la mayoría de yogures. Una taza puede llegar a aportar 17 gramos de proteína y, además, no lleva colorantes ni conservantes artificiales. Si visitas Islandia, verás que lo tienen en todas partes: gasolineras, supermercados y tiendas de carretera, así que es un tentempié perfecto para llevar de un lado a otro.
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7. Kjötsúpa
La kjötsúpa es la clásica sopa islandesa de cordero y uno de esos platos sencillos que llevan preparándose desde que los colonos nórdicos llegaron en el siglo IX. Como las ovejas eran clave para sobrevivir (daban comida y abrigo), aprovechar todas sus partes básico, y así surgió esta sopa que hoy sigue siendo muy popular.
La kjötsúpa se hace con trozos de cordero (normalmente con hueso), patatas, zanahorias, cebolla y nabos, junto con hierbas frescas. Algunas familias le añaden arroz o avena para espesarla; otras, puerro o col. A veces se sirve con un chorrito de leche agria o yogur por encima para darle un toque final. Si te apetece cocinarla en casa, puedes comprar carne de cordero en cualquier supermercado (los huesos le dan más sabor). Y si no, la verás en los menús de muchos restaurantes, en eventos y hasta en gasolineras. Es perfecta para entrar en calor en los fríos días de otoño o invierno.
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8. Puffin
El puffin, o frailecillo, es uno de los platos más peculiares de Islandia, al mismo nivel que el tiburón fermentado. Mucha gente adora a estos pajaritos por lo adorables y bonitos que son, pero también han formado parte de la gastronomía local durante siglos. Son especialmente comunes en las islas Westman, donde se encuentra la colonia de frailecillos más grande del país (y del mundo). Hoy en día su consumo es algo controvertido, pero antes era un alimento básico cuando no había mucho más donde elegir.
En la actualidad, la caza del puffin está prohibida en el sur, oeste y este de Islandia, aunque en el norte sigue permitida. La mayoría de islandeses prefiere no comerlo, ya sea por proteger a los frailecillos o porque la carne suele ser dura y con un sabor algo fuerte. Cuando se sirve, por lo general se ahúma como pastrami o se asa, y su sabor recuerda al hígado. Es un plato que despierta opiniones encontradas, pero no deja de ser parte de la historia culinaria islandesa.
9. Flatkökur
Las flatkökur son el pan plano típico de Islandia y se llevan haciendo desde el siglo IX. En aquellos tiempos, había que apañárselas con lo que hubiera, e incluso se usaba musgo cuando faltaban los cereales. Primero se cocinaban sobre piedras calientes en las brasas, luego en sartenes pesadas, y hoy se hacen en la vitro o fogones de casa. Siguen siendo un aperitivo o acompañamiento imprescindible para muchos islandeses.
La receta es de lo más sencilla: harina de trigo, harina de centeno, levadura en polvo, sal y agua hirviendo. Se amasa, se estira, se corta en círculos y se tuesta en la sartén hasta que queden secas con un puntito chamuscado. Normalmente se comen con mantequilla, paté de cordero, cordero ahumado (hangikjöt) o arenque en escabeche. Aunque las venden en los supermercados, las flatkökur hechas en casa suelen ser más gruesas y sabrosas. Si quieres probarlas recién hechas, pásate por Café Loki en Reikiavik, donde además tendrás unas vistas estupendas de la catedral.
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10. Helado
A los islandeses les chifla el helado, y no solo en verano. Lo comen todo el año, incluso en pleno invierno, casi con la misma frecuencia con la que en otros lugares se toma café o té. La verdad es que hay muchísima variedad y un montón de sitios donde elegir.
Uno de los postres más populares es el bragðarefur, que viene a ser una versión islandesa de los helados tipo McFlurry. Suelen ponerle trozos de Oreo, Daim o barritas Mars. El Daim es un chocolate con caramelo crujiente muy famoso en Suecia y Noruega. Puedes encontrar el bragðarefur en la mayoría de heladerías islandesas, así que merece la pena probarlo. También triunfa el helado de máquina (soft serve), y la gente suele ser fiel a una de estas dos marcas: Emmessís o Kjörís, como si fuera la eterna competición entre Pepsi y Coca-Cola.
Otra opción muy divertida es el helado “bañado”: se sumerge el cucurucho en chocolate caliente que se endurece al momento, creando una costra crujiente. Puedes elegir distintos tipos de chocolate o, si lo prefieres, añadir montones de toppings. En las heladerías de Islandia encontrarás de todo: desde regaliz y Snickers hasta Rice Krispies o frutos secos. Incluso puedes combinar el baño de chocolate con los toppings si te apetece. Uno de los mejores lugares para tomar helado es Eldur og Ís en Reikiavik, donde también sirven crêpes, especialmente las de Nutella. Si te gustan los dulces, ¡este sitio es una parada imprescindible!
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11. Hardfiskur
El hardfiskur, o pescado seco, es otro de esos tentempiés típicos de Islandia, algo así como el beef jerky pero en versión marina.Tiene un montón de proteínas y nutrientes, así que es perfecto para saciar el hambre en cualquier momento. Suele hacerse con eglefino, bacalao o pez lobo, aunque a veces también con trucha ártica. Es un picoteo saciante y fácil de llevar, con tanta proteina como un huevo.
Para prepararlo, se limpia el pescado, se le quitan las vísceras y se sala antes de colgarlo al aire libre para que se seque con el fresco clima islandés. Algunos lo mojan en salmuera para añadirle más sabor. Cuando ya está seco, se golpea con un mazo para que se quede más blando y se desmenuce en tiras. A muchos les gusta comerlo con mantequilla, porque, seamos sinceros, todo está mejor con mantequilla. Puedes encontrarlo en la mayoría de supermercados y gasolineras, pero mejor no abrirlo dentro del coche: el olor es intenso y lo más seguro es que tus compañeros de viaje no lo aprecien tanto.
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12. Hangikjöt
El hangikjöt (que se traduce como “carne colgada”) es un plato muy típico de la Navidad en Islandia. Se llama así porque el cordero o carnero se ahúma colgándolo en un ahumadero, una técnica tradicional que lleva siglos usándose para conservar la carne durante los largos inviernos islandeses. Normalmente se ahúma con madera de abedul, aunque a veces también se usa estiércol seco de oveja (sí, suena raro, pero le da un toque ahumado increíble). El resultado es una carne tierna y llena de sabor que comunmente es la comida favorita de muchas familias en navidad.
Por lo general, el hangikjöt se sirve con guarniciones simples pero contundentes. Lo más habitual es verlo acompañado de patatas en salsa cremosa, guisantes y col roja encurtida. A menudo también añaden flatbread o pan de centeno al plato. Más que un simple plato, el hangikjöt forma parte de las tradiciones navideñas del país y es algo que se vive con mucha cada año. Si visitas Islandia en invierno, probar el hangikjöt es una forma genial de experimentar la comida y la cultura local.
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13. Regaliz
El regaliz, o “lakkrís” en islandés, no es solo una chuchería más: está presente en un montón de aspectos de la vida en Islandia. Aparece en todo tipo de dulces, helados e incluso bebidas. Una de las combinaciones más populares es regaliz con chocolate, y aunque pueda sonar raro al principio, a la gente de Islandia le flipa. Tiene ese punto dulce y salado que engancha.
El regaliz se hizo popular porque antiguamente había muy pocos dulces disponibles. Al ser uno de los pocos que llegaban desde fuera, terminó por ganarse a todo el mundo. Además, no solo se usaba para picar: los farmacéuticos lo recomendaban para aliviar la tos y los resfriados. Hoy en día, lo verás en productos como Draumur (chocolate relleno de regaliz blando), Þristur (fudge con trozos de regaliz) o Djúpur (bolitas de regaliz cubiertas de caramelo y chocolate). También hay licores de regaliz como Opal o Tópas, o incluso versiones caseras en las que sumergen regaliz en vodka. Puede que el regaliz no le guste a todo el mundo, pero en Islandia lo encuentras por todos lados.
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14. Þorramatur
El Þorramatur es un surtido de carnes y pescados conservados que se suele comer durante el festival de mitad de invierno llamado Þorrablót. Esta tradición nació en una época en la que los islandeses necesitaban conservar los alimentos para sobrevivir los duros inviernos (¿te suena familiar?). Platos como el tiburón fermentado (kæstur hákarl), los testículos de carnero (súrsaðir hrútspungar) o la cabeza de oveja hervida (svið) pueden sonar extremos, pero son muestra de lo importante que era antaño no desperdiciar nada. Normalmente, todo esto se acompaña de pan de centeno (rúgbrauð), puré de nabos y un trago de Brennivín, la bebida típica. El Þorramatur no es solo un banquete: también es una forma de celebrar la historia de Islandia y mantener vivas sus costumbres.
Hoy en día, estos festivales son cada vez más populares y, durante la temporada de Þorri, puedes encontrar Þorramatur en restaurantes y eventos por todo el país. En Reikiavik, lugares como Café Loki o Þrír Frakkar sirven estos platos para que tanto locales como turistas los puedan probar. Incluso en los supermercados venden bandejas de Þorramatur para llevarte a casa. Así que si te apetece algo diferente, esta es tu oportunidad de sumergirte en lo más tradicional de la cocina islandesa
Conclusión
Probar la comida islandesa es toda una aventura. Algunos sabores te van a encantar de primeras, y otros quizá te cuesten un poco más. Pero eso es lo divertido: experimentar cosas nuevas y conocer un poquito más de Islandia a través de sus platos. Desde un perrito caliente en Reikiavik hasta una kleina en una panadería local, cada bocado tiene su propia historia. Así que, si planeas visitar Islandia, no te quedes solo con su increíble naturaleza. Dale una oportunidad a su comida, seguro que encuentras algo que te sorprenda y te encante.
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